Madre, ¿por qué nací tan tarde?, ¿por qué estoy en una época tan confusa y lamentable de injusticia, corrupción, bajeza cultural y ataques humillantes?. ¿Por qué veo que la gente hace muchas cosas sin sentido y prácticamente con plena maldad injustificable?
Madre, ¿por qué para entender las cosas y tener un poco de norte en paz debo acudir casi siempre a los pensadores de la época clásica griega?. Madre, tú sabes muy bien que mis ideales de muy joven era siempre con los filósofos griegos, esa manera de despertar la “filo”-“sofía” era (es y será) siemprela razón más sólida y plausible, algo imposible no entender, no amar y sobre todo no asumir.
[1] Huye veloz, Círculo hambriento y frenético, del terrible octopípedo. Sólo la perla mayor hará retrodecer al fantasmagórico perseguidor.
[2] Hay que saber por dónde empezar. Una abeja, un cordero, un roble.
[3] Una moneda o dos, un cigarrito a veces, le dibujan una sonrisa que suena a agradecimiento. En su sombrero, único y fiel compañero entre el ruido y el frío de la vertiginosa avenida, lleva la esperanza del día.
Caballero en metro quedó casualmente acomodado detrás y muy pegado de señorita cuyas dimensiones llaman a la vista de varios. Caballero disimula su placer con evidente experiencia. Caballero se da cuenta, al igual que el resto, que señorita no es tal (la antigua confusión entre “muchachita” y “mucha-chota”) y su rostro pasa del disimulo al espanto y busca huir, zafarse de la cercana condición de “apoyo” en la que se encuentra atrapado.
Especie de revival, de comienzo tardío, de resucitación a palazos. En casa suenan de fondo un saxofón y unas percusiones en bucle. Y las letras que llaman a la puerta de los dedos y los dedos que aman darle a los oídos el claptone plástico contra plástico y metal, como si de repente fueran también parte de la orquesta y uno que se enorgullece de un aire que no puede compartir con nadie (“el orgullo donde nadie pueda dudar de que lo tenés”), mirando de lado a lado a ver si alguno pasa y se da cuenta que estamos en pleno estado de “cable-jazz” (casualidad lingüística) con el perdón de vecinos, aves y monjes.
Todo buen filósofo como Sigfredo Sternstaub cuestiona que es locura y que es estupidez, por el dichoso problema que todos lo confundimos con sana facilidad, pero sabemos como él que es injusto y cada cosa tiene su lugar de la misma forma que ambas palabras son bien diferentes y origenes definidos.
El más simple ejemplo consiste en que ser estúpido requiere hasta una parte mínima de esfuerzo, aunque no lo parezca.
Busco hombre.
Tengo una pauta (o no se todavía como llamarlo) en que de una forma u otra casi todos mis clientes actuales en lado laboral profesional son mujeres, o sea clientas. Me percaté cuando de forma “sorpresiva” me hablaron y contactaron dos mujeres de perfil muy diferente para resolver sus respectivos problemas, incluso de entre tantos otros hombres que bien saben más o no saben realmente manejarlo con ellas.
La situación es la siguiente : en la puerta de un colegio se me acerca una mujer que inocente de mi ni me fijé ni le presté atención debida en su momento, me preguntó si es que venía a buscar a mi hijo, y simplemente le dije que “no”, se quedó de pronto un poco sorprendida o no se si perpleja porque tampoco entendía que hacía ahí esperando (algo tan simple como esperar a esposa por que minutos antes de salida escolar salen maestros).
Por norma general, uno espera que el día -curioso cómo el significado de esta palabra siempre alude a otra cosa- comience por lo menos inmediatamente después que termina el día (o sea, el anterior). Sin embargo, hay días que insisten en andar como en cámara lenta, estirándose y comprimiéndose al compás de la relativa dependencia del tiempo con la gravedad, más precisamente de la gravedad del estado en que uno se encuentra a la hora misma en que el día ya debería haber comenzado hace rato.
No les engaño : vivo en contraesquina de una iglesia y eso ofrece a veces un panorama que nunca deja de sorprenderte.
Lo mejor de todo es que uno es ateo, agnostico y satánico, con eso me sobra para saber que todo “cuento” que cuentan allá es siempre muy muy complicado de entender, y que no se me ofenda nadie como lector, es que no sirvo, no soporto y me cuesta muchisisisisimo trabajo tener que memorizar nombres, cuentos, versiones y despasiones que solo entiende quien quiere entender.
Recientemente hemos visto en el día después del terremoto de México (el 19 septiembre de 2017) algunas acciones y reacciones que nos ha dejado quizás con el silencio en la mente, o mejor dicho la respiración congelada, bien pausada por la necesidad y sobretodo por la situación tan crítica como reclamada.
Estoy seguro que muchos de los que vieron o pudieron ver las imágenes en tv se imaginaron por un breve instante lo que debería ser la situación tan dificil de controlar, pedir y sobre todo coordinar.