De correas a seguridad, o sea confianza a la libertad.

Veo venir que será un problema pasear los perros sin correa y sin cadena. Pronto obligaran que bien sea por activa o por pasiva siempre se haga acompañar el perro de su acompañante pero completamente ligado, no se tolerará que vaya suelto por ninguna causa ni menos necesidad.

Obvio es algo que ya se hace cumplir escrupulosamente en muchas partes del mundo, sobre todo en ciudades donde al haber tanta densidad y tan poco espacio se habrá generado un que otro conflicto entre todos, los que no tienen perros a los que si disponen.

El dilema aquí por la zona donde resido es bastante diferente “por ahora”, para empezar contemplamos de mucho espacio de calles, avenidas y parte de no campos pero si parcelas sin ocupar, o sea mejor dicho sin construcción. Ello me permite pasear a mi can de una forma bastante segura : nunca llevo correa, nunca llevo cuerda y nunca tengo nada en mano.

Algo tan simple como acompañar, algo tan simple como esperar, algo tan simple como jugar, y sobre todo algo tan simple como intuir por donde queremos ir los dos y si vamos bien. Tenemos obvio después de muchos años pues una cierta comunicación en donde a pocas señales queda patente si avanzar, esperar o regresar de una vez.

Antes que se me olvide no hay que descuidar las varias veces que ellos mismos dicen que ya quieren regresar, obvio cambia con el tiempo, con los años y con las ganas o mejor dicho resistencia de largos paseos.

¿Y todo esto a que viene? Pues me inspiré en los últimos acontecimientos en donde cada vez se hace algo mas sensible, no se si polémico, pero si evidente cruzarse con otras personas que a la vez pasean sus respectivos canes, perros o mascotas.

Muchos de estos lo hacen de la misma forma : completamente amarrados, ligados, forzados y marcados. O sea no se separan de sus respectivos “amos” por así decir.

Sucede pues que cuando ya nos ven de lejos o de dos calles que pronto nos cruzaremos se produce el acto inevitable, sospecha, miedo, intriga, falta de decisión, miradas y otras cosas que ellos sabrán como llamar.

Pero ver un can pasear suelto, completamente independiente de su acompañante y no saber como es, o no tener idea de como puede reaccionar cuando se vaya a aproximar con el suyo propio es todo un dilema casi eterno, muchos muy convencidos de que habrá problema, ladridos o en el peor de los casos pelea inevitable.

Y llega la otra sensación automática e inevitable, ¿como es posible que uno pueda llevar siempre su can suelto? ¿Por que lo hace? ¿Realmente se permite tal libertad, tal seguridad y tal responsabilidad? Y si sucede algo entonces, ¿que será?.

Primera solución, se quedan parados, quietos en la calle y esperan que nosotros pasemos, digamos algo así como que quedan a la guardia muy atentos a cualquier tipo reacción; lo que sucede es triste : nada. Pasamos siempre como si nada y con nada, somos mas libres y pasamos precisamente por la libertad que da la calle.

Segunda solución, cambiarse de acera, de lado, retener mas vigorosamente su respectivo can, alguna puntual vez casi bloqueando su respiración, algo impensable porque tensa y empeora más todavía el momento incómodo como innecesario.

Y tercera solución si aplica cuando da tiempo y cada vez lo hacen mas, no se por que : darse la vuelta, cambiar completamente de ruta, ir a una calle paralela pero de forma casi inmediata, sin análisis y sin tiempo. Es un click mental o procedimiento que lo tienen asumido antes de perder tiempo valioso.

Y lo explico porque me apena, cuando después muchos en otros contextos presumen de tener perros en casa, de saber cuidarlos, de pasearlos, de llevarlos a veterinarios, de tener infinito amor por ellos y bla bla, pero un simple paseo dice todo y más de como eres, quien eres, con quien eres, como tratas, como subordinas, como confiás y como dejas de confiar en el primer instante, sin decir ya la terrible palabra de prejuicio.

Para terminar pues siempre lo mismo, pasado el momento tan crítico de la gran diferencia entre dos perros simples cualesquiera, que uno siempre va amarrado y el otro va simplemente suelto y sabe incluso por donde debe ir, es la cara asombro, de perplejidad y de casi tristeza al ver que no sucede nada, nada tenía que suceder pero se esperaba que todo sucediera.

Otro día si se da el caso podré explicar como llegar a esa situación en la que el can se fie mas de ti que de si mismo. #pueseso

31.05.20  –  /cosasdeperros   –  #perros  #correas  #seguridad  #paseos   –  xiku 
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